Me gustaba Miguel Hernandez por su sencillez,a diferencia de otros poetas no había disfrutado de la misma formación,él era pastor y mientras cuidaba sus cabras leía.A diferencia de otros poetas el se alistó para luchar por la libertad.
Al leer sus poemas uno descubre cierta presencia femenina,por un lado la que inspiró al poeta "El rayo que no cesa"la pintora Maruja Mallo con la que algunos sostienen que mantuvo una tórrida relación pero indudablemente su "musa" principal fue Josefina Manresa y que el describe de esta manera:
"Tus señas particulares son: pelo largo, hecho un puro anillo y negro, negro como un rincón de noche, su piel pálida y graciosa, su boca demuestra una mujer de mucha voluntad y es fina y bien recortada, su nariz copiada de Venus y sus ojos profundos y pensativos y guapos en medio de dos cejas como dos puñaladas de carbón fino”.
También me gustaba escuchar como Serrat musicaba los poemas de Machado y posteriormente los de Miguel Hernández y nos cuenta Serrat que antes de las elecciones que llevaron a Allende al Gobierno de Chile estuvo en Isla Negra en casa de Don Pablo Neruda para hacerle partícipe de su interés en poner música a los versos de Miguel Hernández quizás buscando la complicidad de este y algunos consejos de camarada pero se limitó a sonreir con ternura y en voz baja musitó :" Miguelito...Ay Miguelito" y en voz baja le pareció escuchar:"Era tan poca cosa...,tan indefenso... tan desdichado.Así debió de ser ...Miguelito...Ay Miguelito.
Para terminar añadiré un poema de Miguel Hernandez y una canción de Serrat:
DESPUÉS DEL AMOR
No pudimos ser. La tierra
no pudo tanto. No somos
cuanto se propuso el sol
en un anhelo remoto.
Un pie se acerca a lo claro.
En lo oscuro insiste el otro.
Porque el amor no es perpetuo
en nadie, ni en mí tampoco.
El odio aguarda su instante
dentro del carbón más hondo.
Rojo es el odio y nutrido.
El amor, pálido y solo.
Cansado de odiar, te amo.
Cansado de amar, te odio.
Llueve tiempo, llueve tiempo.
Y un día triste entre todos,
triste por toda la tierra,
triste desde mí hasta el lobo,
dormimos y despertamos
con un tigre entre los ojos.
Piedras, hombres como piedras,
duros y plenos de encono,
chocan en el aire, donde
chocan las piedras de pronto.
Soledades que hoy rechazan
y ayer juntaban sus rostros.
Soledades que en el beso
guardan el rugido sordo.
Soledades para siempre.
Soledades sin apoyo.
Cuerpos como un mar voraz,
entrechocado, furioso.
Solitariamente atados
por el amor, por el odio.
Por las venas surgen hombres,
cruzan las ciudades, torvos.
En el corazón arraiga
solitariamente todo.
Huellas sin compaña quedan
como en el agua, en el fondo.
Sólo una voz, a lo lejos,
siempre a lo lejos la oigo,
acompaña y hace ir
igual que el cuello a los hombros.
Sólo una voz me arrebata
este armazón espinoso
de vello retrocedido
y erizado que me pongo.
Los secos vientos no pueden
secar los mares jugosos.
Y el corazón permanece
fresco en su cárcel de agosto
porque esa voz es el arma
más tierna de los arroyos:
«Miguel: me acuerdo de ti
después del sol y del polvo,
antes de la misma luna,
tumba de un sueño amoroso».
Amor: aleja mi ser
de sus primeros escombros,
y edificándome, dicta
una verdad como un soplo.
7 comentarios:
No es Miguel mi poeta favorito pero consigue emocionarme, a ello, sin duda, ha contribuido la difusión que Serrat ha hecho de su obra, porque la ha dotado aún de mayor emotividad y humanismo. No obstante a Miguel siempre se le asocia con el mito de la pobreza, que él mismo se encargó de difundir, era cabrero sí, pero de las cabras de su padre, su familia disfrutaba de una posición muy acomodada para el momento.
Sus últimas biografías hablan de que padeció más miseria afectiva que económica. El padre no asistió a su entierro, diciendo con desdén -“él se lo ha buscado”.
De Josefina “su musa” también se dice que no supo corresponderle afectiva y sensualmente, quizá por su estricta educación religiosa y apocado carácter. Dejó de visitarlo cuando le encarcelaron lejos de su tierra, y en su correspondencia no le ahorraba quejas de todas sus dificultades domésticas. Hasta el punto que en alguna carta Miguel le tuvo que recordar que el preso era él. Anheló no recibir nunca una vista de su esposa fuera de su tierra.
Complicados momentos para ambos, difícil vida en fin, trágico final para un estupendo poeta autodidacta, que sabía mucho de marketing.
No me gusta de este poema la imagen de la luna como tumba,
Prefiero el optimismo de:
Los secos vientos no pueden
secar los mares jugosos
Tampoco es Miguel Hernández mi poeta preferido aunque algunos versos suyos me emocionen. Quería aprovechar éste espacio para saludarte sobre todo. Ando liada estos días y se resienten sobre todo mis lecturas y mis entradas. Un gusto leer tu blog como siempre. Saludos Yuri
Pues com marketing o sin él, sí que está entre mis preferidos.
No fue afortunado Miguelito, en nada... Se puede morir en vida y de muchas maneras. Como él.
Qué pasa?
Rencor por tu mundo,
amor por mi casa.
¿Qué suena?
El tiro en tu monte,
y el beso en mis eras.
¿Qué viene?
Para ti una sola,
para mí dos muertes.
Buen homenaje en su centenario.
Certeras palabras Cristal, precioso poema, a mi me encanta Miguel Hérnandez.
Bonita casa Yuri,y buenos vecinos.
Seguimos con el homenaje:
¿De qué adoleció
la mujer aquella?
Del mal peor:
del mal de las ausencias.
Y el hombre aquél.
¿De qué murió
la mujer aquélla?
Del mal peor:
del mal de las ausencias.
Y el hombre aquél.
La relación entre Miguel y Josefina apenas duró ocho años,esta relación fue principalmente epistolar ya que su convivencia fue corta e intermitente.
Mucho me temo que el mundo poético de Miguel no pertenece a Josefina,a ella el mundo de los sueños no le concierne sencillamente porque no le entiende y piensa que esto le impide cumplir como marido tradicional.
¿Es posible la convivencia entre dos personas cuyo pensamiento ha ido evolucionando de forma tan diferente?
Miguel también está entre mis preferidos.
El amor ascendía entre nosotros...
El amor ascendía entre nosotros
como la luna entre las dos palmeras
que nunca se abrazaron.
El íntimo rumor de los dos cuerpos
hacia el arrullo un oleaje trajo,
pero la ronca voz fue atenazada.
Fueron pétreos los labios.
El ansia de ceñir movió la carne,
esclareció los huesos inflamados,
pero los brazos al querer tenderse
murieron en los brazos.
Pasó el amor, la luna, entre nosotros
y devoró los cuerpos solitarios.
Y somos dos fantasmas que se buscan
y se encuentran lejanos.
Un abrazo a todos.
Precioso el poema que elegiste, Yuri, y una emotiva entrada la que le dedicaste, he de reconocer que Miguel Hernández se encuentra en mi debe de poetas, sólo conozco aquello que en bachiller descubrí, tu entrada me animó a redescubrirlo con mayor profundidad.
El disco que Serrat le dedicó no lo he escuchado, pero el que sí escuché y me parece una maravilla es el que le dedicó a Machado.
Un abrazo
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