martes, 14 de septiembre de 2010

LA LETRA CON SANGRE ENTRA

Este pasado fin de semana por fin alguien tuvo la lucidez en uno de los informativos televisivos de incluir una gran noticia:La Jubilación de una maestra querida por la gran mayoría de sus alumnos ,se llama Julia Resina y nunca ha sufrido acoso escolar ni estrés.Esa misma noticia era publicada en el suplemento semanal de uno de los periodicos de más ventas en este país y en cuyas páginas centrales treinta y seis antiguos alumnos y alumnas expresaban su opinión resumida sobre Julia.Me he permitido seleccionar alguna de ellas ,sencillamente porque yo y aquellos que compartieron clase conmigo en los años setenta nunca podremos decir lo mismo:
  • Julia fue un auténtico regalo,le ha dado un sentido completo a la palabra maestro.
  • La he cogido mucho cariño gracias a ella he aprendido lo que es la empatía.
  • Aún recuerdo la sonrisa que se le dibujaba cuando explicaba cosas nuevas en clase.
  • Nos quiere mucho y nunca quería que dejáramos a ningún niño sólo.
  • A cada alumno le daba lo que necesitaba y ahora sabemos que siempre la tenemos.
Leyendo este artículo recuerdo la fila de niños antes de entrar en la Escuela de un pequeño pueblo de cuatrocientos habitantes al Norte de España.Todos esperaban la llegada del maestro,en aquella época pocos coches circulaban por la carretera que atravesaba el pueblo así que cuando se veía aparecer ese "Seiscientos" de color gris alguien como si desde el mástil más alto de un navío se tratara daba la voz :¡Ya viene! ¡Que ya viene! y todos niños y niñas guardaban silencio en la fila como si la vida se hubiera detenido en ese instante o como si de una fotografía se tratara.


En el momento en que se bajaba del coche con su cartera de piel negra en la mano todas las voces se convertían en una sola:¡Buenos días Señor Maestro! para acto seguido el primero de la fila coger las llaves tras subir las escaleras de madera,abrir la puerta de la clase. Una vez dentro ,todos permanecíamos de pie,silenciosos hasta que él, hacía su entrada y cerraba la puerta, entonces elegía un nombre al azar:-A ver Martín ¿porqué vamos a rezar hoy? y Martín medio temblando...¡Para que no haiga más guerras! El maestro cambiaba su semblante:¡Ven acá Martín! ¡Ven acá! y con el dorso de la mano le obsequiaba a Martín dos bofetadas diciendo:¡Se dice haya y no haiga! Tras los correspondientes rezos se izaban en la ventana central tres banderas:la española en el centro ,la de los Requetés a la derecha y la Falangista a la izquierda .Seguidamente mandaba sentarse y de nuevo todas las voces en una gritaban¡Con su permiso! y comenzaban las clases en las cuales raro era el día en que alguno o alguna no hubiera sentido en sus dedos la dureza de la madera de una interminable regla o unas cuantas bofetadas.Cuando se iba se repetía el ceremonial todos en fila para en una sola voz repetir ¡Adios señor maestro! hasta que el coche desaparecía carretera abajo seguido por las miradas de todos tal vez deseando que ese fuera el último día en aparecer por el pueblo.
Hoy me pregunto ?¿Que hubiera sido de nuestras vidas si aquel coche hubiera sido conducido por Julia Resina.
De los más de treinta alumnos que sufrimos sus clases hasta que me fuí al Instituto ninguno conseguimos terminar una carrera superior.
Y como esta fue parte mi vida os dejo con Shirley Bassey y "This is my life!

6 comentarios:

Marcos Callau dijo...

Yo estuve en las clases de los años ochenta, en el colegio Calasancio de Zaragoza. Cuando comencé 2º de EGB tuve un maestro llamado Don José. Si en la clase dabas una contestación incorrecta éste se dirigía hasta tu pupitre y te levantaba cogiéndote por el cuello hasta llegar más o menos a tu altura. Estuve cinco meses vomitando (a veces me tenía que ir a casa sin completar mis clases) y los médicos diagnosticaron que estaba causado por los nervios. HAsta ese momento sólo había tenido maestras que me habían tratado muy bien y el primer maestro, con su comportamiento, me marcó para todo ese curso. Afortunadamente después vinieron mejores maestros pero tampoco he terminado ninguna carrera de las que empecé. No obstante, lo seguiré intentando (no culparé sólo al maestro de mi nulo éxito en la universidad...jeje). En cualquier caso, todo shubiéramos querido tener a Julia Resina como profesora y hoy en día confío mucho en los nuevos maestros porque conozco a unos cuantos y debo decir todos son fabulosos, más parecidos a Julia Resina. Muy buena entrada.

MORGANA dijo...

Yuri,afortunadamente no he sufrido ese tipo de castigos cuando estudiaba ,aunque si los veía,y encima no dijeras nada en casa,que te zurraban con la zapatilla.
Lo de ahora es acoso al profesorado.
Demasiada libertad.
Besos Yuri.

Unknown dijo...

Podría escribir folios y folios de los cinco años que sufrí a ese maestro entre los nueve y catorce años.Creo que en mayor o menor medida nos dejo marcados a cuantos le sufrimos.Desgraciadamente nunca nos enseñó a querer las materias que "enseñaba"y hasta las clases de música eran una tortura al menos para los que cantaban mal.
Un abrazo

cristal00k dijo...

Es curioso como de alguna forma hemos coincidido, en el tema de nuestras entradas.
Esa senda de la infancia sobre la que caminamos todos, nos marca de forma indeleble sin duda alguna. Lo que pasa en esos años nunca se olvida,guste, o no... recordarlo. Pero seguro que también hubo bueno en ese, como en todos los tiempos. Y lo dice una que con tan sólo cinco añitos vivía en un internado de monjas catolicas, de una vetusta capital de provincia de este carpetovetónico país de flamenco, rosario, novena y pandereta a mediados de los 50...
Ni te cuento lo "temibles" que eran aquellos pingüinos
descerebrados de manos heladas.
A mí en concreto, me hizo lo que soy, una superviviente Yuri. No pudieron conmigo y si lo piensas tampoco ese túzaro que te tocó en suerte, pudo contigo. No hay más que leerte para darse cuenta, de que no respondes en "nada" a lo que él intentó que fueses. O sea, que tú ganas! amigo.
Un abrazo.

Anónimo dijo...

Pues yo tuve mucha suerte Yuri, mis compañeros de cole aún sufrieron los últimos coletazos de algún maestro de mal carácter o pegón, pero yo salvo un reglazo que me dió una monja el unico año que fui a la guardería antes de ir al cole, luego ya fueron mixtos y publicos tuve mucha suerte con casi todos, Unos me gustaban más que otros o me transmitian diferente pero ninguno fue mala persona. A uno todavía lo saludo con cariño cuando le veo. Soy afortunado, pero tampoco continué con estudios universitarios, eso sí me gusta mucho leer, y me interesa cualquier rama de la cultura o las artes, algo de poso dejaron, lo de la Uni es una elecciónn personal, cultural y en muchos casos en aquella epoca de liquidez sufiente por parte la familia. Un abrazo. Fidel

Unknown dijo...

Que curioso Fidel yo siempre creí que los niños iban a colegios de curas o frailes y las niñas con monjas.
En aquellos años hubo muchos supervivientes Cristal pero me hubiera gustado que en vez de palos me hubieran inculcado el placer de seguir estudiando.
Saludos

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